Estas navidades me ha pasado una cosa... ¡impresionante!. No me vais a creer.
Hace algo más de dos semanas, en mi correo electrónico, recibí un mensaje muy misterioso. Entre asombro e incredulidad acabé de leerlo. Era un encargo. ¡Qué bien, mi primer, gran, encargo! Me pedía unas tazas personalizadas, y no una, ni dos, ¡cuatro tazas!, ¡qué ilusión!.